Es una de las reinas de las asanas.
Desde la postura de Dandasana sentad@ sobre los isquiones, piernas estiradas, columna elongada, hombros lejos de orejas,
manos en el suelo a los lados de las caderas, dedos de los pies mirando hacia arriba y plantas de los pies abiertas, como si empujases con ellas una pared.
Toma aire eleva los brazos estirando la columna y elevando el pecho.
Al soltar te flexionas desde las caderas y ve bajando tus manos hasta sujetar los dedos gordos de los pies o los laterales o
bien donde llegues, tobillos, espinillas, muslos...
Haz un buen agarre, que sea firme, las manos no deben de estar sueltas.
Mantén las piernas activamente fijas y rectas si es que te agarras de los dedos de los pies.
Podrías si te es muy difícil hacerla al principio con rodillas flexionadas.
Y si te es fácil, cruzar los brazos, agarrarte de una de las muñecas o trabajar con uno o más ladrillos.
Con cada respiración intenta bajar un poquito más sino quédate donde hayas llegado.
En el caso de que alcances los pies no lo fuerces flexionando tu columna mantente estirándola y alargando el cuello sin
flexionarlo y sin tirar de los hombros hacia delante.
Mantén 20-30 segundo o un poco más si puedes.
Esta postura lleva "nuestra mirada hacia el interior" lo cual nos ayuda a aliviar estrés, ansiedad, depresión, calmando el
sistema nervioso y el cerebro.
Estira toda la parte posterior del cuerpo: espalda, isquiosurales.
Mejora molestias menstruales, problemas de digestión.
Estimula hígado, riñones y colon
Mejora la fatiga y el insomnio
Contraindicada en lesiones lumbares, en la que habría que hacer una variación, asma y embarazo.
Raquel González
Instructora certificada de Yoga, Pilates y Entrenamiento Personal.